Mi nombre es Irene, tengo 23 años y este mes estoy viviendo una experiencia misionera en Togo.
Ha sido muy difícil escribir este testimonio, es difícil ponerle palabras a todo lo que se vive en un país como este.
No puedo dejar de agradecerle a Dios haberme traído en volandas hasta esta tierra que tenía preparada para mí.
Esta semana hemos compartido la misión con un grupo de unos 25 jóvenes de Dapaong y Lomé.
Por las mañanas, en grupos de 5 personas íbamos por el barrio de Worgou en Dapaong, puerta por puerta, compartiendo la fe con las personas que nos recibían.
Personalmente no entendía muchas de las cosas que allí se hablaban por la diferencia de idioma. Sin embargo sentía muy fuerte que no era necesario entenderlo absolutamente todo para apreciar que algo cambiaba en la mirada de las personas con las que teníamos este encuentro, el brillo de sus ojos, la sonrisa en su cara.
Por las noches hemos podido disfrutar en especial de dos veladas de oración que me han marcado mucho y donde he podido conocer mejor al grupo de jóvenes misioneros. Con ellos, he podido experimentar la verdadera fraternidad.
No importaba el color de la piel, la ciudad, el país. No importaba la clase social, ni siquiera el idioma porque con gestos y con la mirada nos podíamos comunicar y vivir como hermanos, como hijos de Dios. Un solo corazón y un solo Espíritu.
Jesús ha puesto en mi camino a unos jóvenes que se han encontrado con Él, se han dejado traspasar por su amor y no tienen ningún miedo de hablar de Él al mundo entero y anunciar que Jesús puede transformar una vida entera.
He podido tocar el rostro de Cristo en los testimonios de su vida, con la sencillez y facilidad con la que hablan de Él. Han quedado grabados en mi corazón para siempre como un sello. Ya no son "unos jóvenes", sino que tienen rostros, nombres y una historia muy concreta. Ellos me han ayudado y enseñado a vivir y a desear vivir como ellos, mirando a Dios en cada situación de la vida.
Sin duda de esta experiencia me llevo el corazón lleno de nombres, habiendo amado y sintiéndome profundamente amada.
Gracias Irene por todo lo compartido. Te llevamos también en nuestro corazón. Reza mucho por nosotros, tus hermanos Servidores del Evangelio y por los JSM. Te queremos y estaremos unidos el 15 de septiembre.
ResponderEliminar¡Bendito sea Dios! Que Dios os bendiga a todas las misioneras y misioneros que entregáis generosamente vuestra vida al Señor. Que recibáis el "ciento por uno", aquí en alegría y en el cielo una vida junto a nuestro Señor. Gracias.
ResponderEliminarQue alegría Irene!! Solo Dios sabe la huella que dejará este mes de misión compartida en tu corazón..
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