Soy Marisol, ahora vivo y trabajo en Francia, pero mi familia es de Iznalloz(Granada). Fue en mi pueblo donde conocí a las misioneras Sevidoras del Evangelio.
Desde que conocí a las misioneras me he interesado por la labor que realizan,en todos los lugares del mundo donde están, gracias a las redes sociales esto es posible.
Si se preguntan por qué tanto interés, les diré que principalmente, fueron ellas quienes me “rescataron” y me dieron a conocer a un Jesús que es Amor y el Servicio hacia los demás, como nunca había conocido antes.
Así que siguiendo por las redes sociales encontré a María,a la que conoci en España hace años, estaba en un orfanato de África,y me puse en contacto con ella,pues siempre he tenido inquietud de hacer algo por ese continente.
Le pregunté si era posible amadrinar a niños y me puso en contacto con el padre Joaquín, fundador de una asociación en Camerún, en Duala exactamente, llamada LED , Luz y Esperanzas de los Desfavorecidos.
Asi que enseguida me propusieron amadrinar a 2 hermanos gemelos,niño y niña ,de una familia cristiana que vive una situación de gran pobreza, con gran dificultad para escolarizar a sus hijos.
SE LLAMAN RIWAN Y ANDREINA Y TIENEN 3 AÑOS DE EDAD.
El padre Joaquín me presentó a la familia por medio de una video conferencia y enseguida empecé a quererles.
Poder
contribuir a la escolarización de estos dos tesoros me hace muy feliz. Me
enteré que se podía escolarizar a un niño con lo que podemos gastar en salir de
cervezas o en un par de comidas en un restaurante, que con 15 euros, una
familia de cuatro personas come una semana o pagan una factura de luz. Así que
decidí lanzarme.
Siento ahora una gran motivación en mi trabajo
que me permite sobreponerme a cualquier contratiempo, una gran ilusión al saber
la responsabilidad que me incumbe para que estos niños puedan estudiar y tener
la oportunidad de vivir un futuro mejor.
El
hecho de contar mi experiencia a mi entorno más cercano también ha despertado no
sólo curiosidad por conocer una cultura y una realidad diferente de la que no
somos realmente conscientes hasta que no
la rozamos con la punta de los dedos, sino que ha despertado un gran impulso de
generosidad hacia esta familia y también están colaborando.
Es un
regalo de Dios saber que tengo otra familia a miles de kilómetros de aquí, con
una fe y unos valores de los que tengo aún mucho que aprender. Gracias a ellos,
tomo conciencia cada día de lo mucho que el Cielo me ofrece.
Somos muy afortunados y no la sabemos.
Y por esto cada día doy gracias a Dios.
Gracias. Tu vida nos es esperanza.
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