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Me llamo Fernando, tengo 28 años y quiero compartiros un fragmento de mi experiencia en Togo.

Los kilómetros de tierra roja se consumían a nuestras espaldas desde Dapaong hasta llegar a Lomé. Después de un mes habíamos hecho el viaje de vuelta para comenzar el retorno a nuestras casas. 

Eran las 5 de la mañana cuando la Hermana Christa cargaba nuestros equipajes en el coche. Mirándome y sonriendo me dijo: "son más ligeros que cuando vinisteis". Sí, así es querida Christa. 

Nuestras maletas pesan menos ahora. Traíamos unas pesadas mochilas llenas de "por si acasos". Por si llueve, por si tenemos dolor de estómago, por si hay que matar hormigas... traíamos maletas llenas de clichés sobre África que nos quieren inducir desde occidente. La pobreza, el hambre, la muerte, la migración ilegal o la precariedad. Todo ello existe, no lo voy a negar. Pero nuestras maletas ahora viajan llenas de experiencias que nos han descubierto estos pueblos. Y es que aquí he visto el rostro de un Dios sencillo que se muestra en los pequeños encuentros del día a día. Ahora nuestras maletas están llenas de experiencias que no pesan, al contrario, hacen que la carga sea más ligera. La alegría de sus habitantes, los paisajes de escándalo, la fraternidad, la fuerza con la que trabajan por progresar juntos. 

Pero progresar no es tener un coche con todos los extras, ni unos auriculares sin cables. Progresar es el diálogo interreligioso, es mantener la cultura sin atentar a la dignidad humana, es la hermandad entre tribus ewes, kabyes, mobas... Progresar es levantarse ante los golpes que te propicia la vida constantemente. Es encontrar la auto superación sin necesidad de coaching ni la esclavitud del consumo. Progresar es saber decir basta a un gobierno que se limita a esconderse en otros países cuando la gente sale a la calle, un gobierno que compra los votos y que deja morir a su pueblo de hambre. En el año 2020 Togo celebrará sus elecciones nacionales y aunque es difícil cambiar un sistema corrupto, este pueblo ha despertado. Los mayores saben que es la hora de sus jóvenes; los jóvenes aceptan el reto. Y es que aquí he visto el rostro de un Dios sufriente, que no soporta la injusticia y que consuela a los oprimidos. Un Dios que nos hizo libres para luchar contra quienes nos pretenden quitar esta libertad. 

Como leí en una ocasión al consultor Victor Küppers, lo que multiplica nuestro valor es la actitud. El conocimiento y las habilidades suman, pero la actitud multiplica. Y esa actitud me ha golpeado como una bofetada en la cara. Esta gente tiene unas ganas de vivir que ya las quisiera yo cada mañana cuando "me arrastro" por los pasillos del metro. 

Aquí he conocido el verdadero significado de la palabra hermano. Al preguntar a unos niños si eran hermanos la respuesta era sí. A veces no sabían ni el nombre del otro, pero sabían que eran hermanos. He visto el rostro de un Dios fraterno, que nos ama como hermanos a todos los que habitamos esta Tierra. Un Dios que no entiende de diferencias, solo entiende el idioma del amor. Es que esta tierra debería llamarse "Fraterniland".

También aprendí que el valor del tiempo no se mide en minutos. Corría el sexto día cuando decidí quitarme el reloj de la muñeca, pues no servía para nada. Aquí hay luz y hay oscuridad, pero siempre es buen momento para trabajar, para buscarse la vida y sobre todo para bailar. El que escribe, que es un verdadero tronco, ha bailado más en un mes que en el resto de su vida. Siempre es hora para compartir, para charlar y para cantar y bailar juntos. He visto el rostro de un Dios amigo, que está siempre con nosotros celebrando la vida y bendiciendo cada uno de nuestros momentos.


Esta experiencia me ha enseñado a soltar amarres, a confiar, a descubrir cuál es mi misión, a aceptar mis retos. Durante un mes he podido convivir con auténticos héroes que cambian el mundo. Las misioneras y misioneros salen a las periferias para amar. Amar a quienes no conocen. Y eso no entiende de conocimiento ni experiencias. Solo de actitud. Y de encontrar esos rostros de Dios en nuestra forma de vivir. Porque podemos vivir la experiencia o dejar que la experiencia cale en nuestro corazón a través del encuentro con Dios. 

Ahora el reto es compartir todo lo vivido, mostrar la verdadera imagen de este pedacito de África y de los rostros de Dios y hacer llegar el mensaje de que ese amor que llevan los misioneros es la actitud para cambiar nuestro mundo. Me vuelvo con las maletas repletas de vida y -como dice la canción y mis compañeros- el corazón lleno de nombres.

Comentarios

  1. Muchas gracias por tu testimonio Fernando!! Por dejarte tocar por lo que has visto y palpado... Rezare por ti para que sigas la invitación que Dios ha hecho a tu vida!! Un abrazo grande!!

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  2. Hermano, gracias por todo estas semanas compartidas. Me llevo mucho de ti...Recuerdo cuando te pregunté, pero quién es Jésus para ti? Me miraste con cara de sorpresa y me dijiste: hermana, Jesús es mi norte, mi todo..sin El yo no soy yo mismo. Gracias por tu fe y tus preguntas. Animo y que siguele como hasta ahora. Un abrazo.

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  3. Que bonita experiencia!!! Me llenó el corazón de alegría al leer cada cartas! Me hacía recordar mis días vividos allí.
    Abrazos!!

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  4. Muchas gracias Fernando por compartir el tesoro de la misión! Dios amigo celebrando la vida! Un abrazo!

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  5. Gracias Fernando por celebrar la vida y compartirla!!!un abrazo desde Argentina donde Dios puso en mi camino a Servidores del Evangelio y pude conocer la inmensa tarea de llevar a Jesucristo a cada rincón de la tierra!!!...Dios los bendiga!!!

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  6. Hermoso testimonio gracias por compartirlo!!

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