Hola me llamo
Laura, soy misionera consagrada de la comunidad Servidores del Evangelio. He
tenido la suerte de viajar a Togo para participar de la primera misión conjunta
con jóvenes de Lome y Dapaong, así como de los primeros ejercicios espirituales
de las misioneras en este país. Vivo este viaje como un regalo de Dios a mi
vida misionera, pues supone poder conocer una parte más del corazón de Jesús.
Apenas si llevo tres semanas en este lugar y me siento llena de impresiones,
experiencias y vivencias. ¡No sé qué más me tendrá preparado Jesús!
Podría señalar
en estas líneas muchas cosas que van transmitiendo estas personas: su espíritu
de superación y lucha, su capacidad de acogida y generosidad, la unidad y la
fraternidad entre los jóvenes de Lome y Dapaong en la misión, la cercanía y el
cariño de los niños, etc. Sin embargo, si tuviera que escoger una, escogería la
alegría en medio de la pobreza. Explico por qué resaltaría este aspecto
respecto de los demás.
Si tengo que ser
sincera, yo venía a Togo con muchos miedos e inseguridades. A pesar de ser
misionera y tener ya algunas experiencias de viajar fuera, era la primera vez
que viajaba a África. Había estado en Tánger (Marruecos), pero no en África
subsahariana. Me daba miedo enfermarme, me daba miedo no adaptarme al clima o a
la comida, me daba miedo no saber francés y no poder comunicarme. Ya veis que
estaba llena de miedos o preocupaciones, pero mi mayor miedo era ver y tocar la
pobreza material y quedarme hundida ante ella.
Yo, gracias a
Dios, conocí la pobreza material hace ya dieciséis años cuando viajé a Bolivia
al finalizar mis estudios en la universidad, pero me volvió ese miedo. Ese
viaje a Bolivia fue decisivo en mi vida, marcó un antes y un después, lo que
descubrí entonces, es lo ahora Togo me ha vuelto a confirmar. Descubrí que uno
puede ser pobre materialmente y ser rico por dentro por tener paz y alegría en
el corazón. Es cierto que aquí hay gente muy pobre, tanto que ni siquiera
tienen agua en sus casas y tienen que caminar horas para ir a buscarla. Jesús
me volvía a preguntar: Laura, ¿Quién es más pobre? ¿El niño togolés que juega
con el neumático del coche feliz o el niño español que se queja y llora porque
tiene veinte juguetes, pero justo le falta uno? Obvio Jesús, el niño español.
Eso he visto aquí, gente sencilla, feliz con lo que tiene. Eso no significa que
Dios quiera la pobreza, no estoy queriendo decir eso, al revés, el evangelio
nos implica en la transformación social. Lo que quiero decir es que existe una
pobreza preocupante en el “primer mundo” y que venir a lugares como Togo te
ayudan a descubrirla o redescubrirla en mi caso y sentirte llamada a cambiar
eso.
Termino compartiendo con vosotros el fruto de volver a confirmar esta realidad y es de renovar mi si a Jesús en la misión. Me llamaste a crear un mundo más digno, más justo, más fraterno. Me llamaste a crearlo llevando tu evangelio a cada rincón y como dice la canción de Brotes de Olivo «porque a servir a los más “pobres” yo mi vida consagre». Jesús, aquí estoy, cuenta conmigo.
Gracias Laura por este testimonio de renovación de la llamada de Dios para con tu vida a la consagración. Gracias a Dios, de corazón.
ResponderEliminarEres grande, Laura. Un abrazo
ResponderEliminarY un abrazo fuerte para todas también
ResponderEliminarMe alegro un montón Laura!! Gracias por tu disponibilidad y servicio!!
ResponderEliminarMe alegra saber que eres una de esas personas que ayuda a transformar el mundo en algo mejor. Un abrazo de tu amigo granadino. Emilio
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