En pleno siglo XXI vivimos un momento de muchísima confusión,
al menos yo lo vivo así.
Cuando era pequeña recuerdo perfectamente el sueño de
caminar hacia la democracia, países donde se diera la libertad, la igualdad y
lo que encuentro en este momento de la historia es un mundo dominado, por el poder,
por las “dictaduras»; en definitiva por la fuerza del mal.
Solamente tenemos que mirar un poco situaciones graves de
nuestro mundo:
Venezuela, en nuestra comunidad hay misioneras
venezolanas y lo que cuentan de sus familias y de lo que allí se vive es muy
penoso y es real, Nicaragua…..
Europa y la situación de los inmigrantes, no me lo puedo creer,
somos muy egoístas…
Aunque este tiempo, yo tengo mi mirada puesta en el
continente AFRICANO.
Hay muchas cosas difíciles aquí pero estamos en la era
del problema del Yihadismo,
sinceramente, yo no sé si comprendo lo que pasa en realidad.
Este tiempo nos toca de cerca, pues Dapaong, nuestra
ciudad, es considerada zona roja, todos los voluntarios europeos que iban a
venir este verano ya no vienen, por seguridad, las ONG no pueden arriesgarse a
que pase algo.
Este problema aquí lleva mucho tiempo, en Nigeria con el
grupo terrorista de Boko Haram y en muchos otros paises africanos.
Ahora el país de Mali ha sido tomado también por
grupos terroristas, sobre todo el norte y va bajando hacía Burquina Faso donde
ya habido varios atentados.
El otro día visitamos la comunidad de las Adoratrices que
vive en la frontera con Burquina para ver cómo estaban y como lo vivían y nos
contaban que les habían aconsejado salir a los lugares sin la cruz y que muchos
cristianos de allí se la quitaban por miedo.
¿Por qué hablo de todo esto? Creo que podemos recordar
este tiempo el testamento espiritual de uno de los monjes de Tibhirine, asesinados
por terroristas en 1996,es digno de contemplar vidas así.
Testamento
espiritual de Christian de Chergé
Cuando un A-Dios se
vislumbra...
Si
me sucediera un día --y ese día podría ser hoy-- ser
víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento a
todos los extranjeros que viven en Argelia, yo quisiera que mi comunidad,
mi Iglesia, mi familia, recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a
Dios y a este país. Que ellos acepten que el Único Maestro de toda
vida no podría permanecer ajeno a esta partida brutal. Que
recen por mí. ¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda? Que
sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas y
abandonadas en la indiferencia del anonimato.
Mi
vida no tiene más valor que otra vida. Tampoco
tiene menos. En todo caso, no tiene la inocencia de la infancia. He
vivido bastante como para saberme cómplice del mal que parece,
desgraciadamente, prevalecer en el mundo, inclusive del que podría
golpearme ciegamente. Desearía, llegado el momento, tener ese instante de
lucidez que me permita pedir el perdón de Dios y el de
mis hermanos los hombres, y perdonar, al mismo tiempo, de todo
corazón, a quien me hubiera herido. Yo no podría desear una muerte
semejante. Me parece importante proclamarlo. En efecto,
no veo cómo podría alegrarme que este pueblo al que yo amo sea
acusado, sin distinción, de mi asesinato. Sería pagar muy caro lo que se
llamará, quizás, la "gracia del martirio" debérsela a un
argelino, quienquiera que sea, sobre todo si él dice actuar en
fidelidad a lo que él cree ser el Islam.
Conozco
el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente.
Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo. Es
demasiado fácil creerse con la conciencia tranquila identificando
este camino religioso con los integrismos de sus extremistas. Argelia
y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma. Lo he
proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido,
encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio que
aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia, precisamente
en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes. Mi
muerte, evidentemente, parecerá dar la razón a los que me han tratado, a la
ligera, de ingenuo o de idealista: "¡qué diga ahora lo que
piensa de esto!" Pero estos tienen que saber que por fin será
liberada mi más punzante curiosidad. Entonces podré, si Dios así lo quiere, hundir
mi mirada en la del Padre para contemplar con El a Sus hijos del
Islam tal como El los ve, enteramente iluminados por la gloria de
Cristo, frutos de Su Pasión, inundados por el Don del Espíritu, cuyo
gozo secreto será siempre, el de establecer la comunión y
restablecer la semejanza, jugando con las diferencias.
Por
esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de ellos, doy
gracias a Dios que parece haberla querido enteramente para este
GOZO, contra y a pesar de todo. En este GRACIAS en el que está todo dicho,
de ahora en más, sobre mi vida, yo os incluyo, por supuesto, amigos
de ayer y de hoy, y a vosotros, amigos de aquí, junto a
mi madre y mi padre, mis hermanas y hermanos y los suyos, ¡el
céntuplo concedido, como fue prometido! Y a ti también, amigo del
último instante, que no habrás sabido lo que hacías. Sí, para ti
también quiero este GRACIAS, y este "A-DIOS" en cuyo rostro te
contemplo. Y que nos sea concedido reencontrarnos como ladrones
felices en el paraíso, si así lo quiere Dios,
Padre nuestro, tuyo y
mío.
¡AMEN!
IM JALLAH!
Argel,
1 de diciembre de 1993
Tibhirine, 1 de enero de 1994
Una realidad que clama al cielo y Dios sigue suscitando amigos dispuestos a dar la vida. Muy unidas y cuenten con mi oración.
ResponderEliminarsi
ResponderEliminarRezamos María. Realmente el mundo está en mucha confusión.
ResponderEliminarComo ser humano, a uno se le pone los pelos de punta ante la accion del mal visible en el mundo, y pareciera querer evitar mirarlo de frente militando en las filas del bien... Conmovedora carta la que envias, Maria! El Señor aumente nuestra Fe para descubrir la fuerza de su Gracia, presente e invisible a ojos humanos.
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